Los secretos de las bebidas en las fiestas del siglo XIX en España

octubre 11, 2024
9 min lectura

UN BRINDIS POR LA NOVELA ROMÁNTICA HISTÓRICA.

 ¡Hola, queridas lectoras y románticas empedernidas! Hoy vamos a hacer un brindis al pasado y descubrir los secretos líquidos que animaban las fiestas en la España del siglo XIX. ¿Listas para ese viaje a través del tiempo y del paladar, donde los romances se tejían entre copas de vino y los secretos se susurraban entre tragos de jerez?

 

VINO Y JEREZ. Si hay algo que definía una buena fiesta en el siglo XIX, eran los vinos y los jereces. La Península Ibérica siempre ha sido famosa por sus exquisitos vinos, y en esa época, las mejores cosechas de La Rioja y Jerez de la Frontera estaban en la mesa de todos los eventos sociales de renombre.

  Los vinos acompañaban desde cenas formales hasta reuniones más íntimas, donde las miradas robadas y los suspiros secretos eran la norma.

El jerez era el indicado para tomar una copita con el aperitivo antes del almuerzo ideal para cerrar un buen trato e incluso concretar un matrimonio ventajoso.

 

SIDRA ASTURIANA Y CATALANA. Las regiones del norte de España aportaban su toque burbujeante con la sidra. En Asturias y Cataluña, la sidra era la bebida predilecta para las celebraciones más festivas y alegres. Imaginen una fiesta al aire libre, con música y bailes, mientras se pasan los vasos de sidra espumeante. ¡Salud!

Para aquellos que buscaban algo con más «chispa», los licores y aguardientes estaban siempre presentes. Desde el anisado de Chinchón hasta el licor de hierbas gallego, estas bebidas eran las preferidas para calentar los ánimos y animar las tertulias.

El licor de hierbas gallego, con su mezcla secreta, tenía fama de tener propiedades curativas y, quién sabe, quizás también amorosas. ¡Nada mejor que un brindis de licor de hierbas para sellar una promesa!

 

CAVA. Para las ocasiones más elegantes, nada como un buen cava catalán. Este vino espumoso era el compañero ideal para los brindis en las bodas, los aniversarios y cualquier evento digno de celebración con estilo. Las burbujas del cava eran testigos de promesas de amor eterno y noches inolvidables.

 

CHAMPÁN. Originario de la región de Champagne en Francia, comenzó a ganar popularidad en España durante el siglo XIX. Importado por la aristocracia y la alta sociedad, el champán se convirtió rápidamente en la bebida de elección para las celebraciones más exclusivas y lujosas.

En las fiestas de la nobleza y la burguesía, el champán era un símbolo de estatus y buen gusto. Se servía en copas elegantes, y su presencia indicaba que el evento era verdaderamente especial.

Ninguna boda de la alta sociedad estaba completa sin un brindis con champán. Las burbujas simbolizaban la alegría y la prosperidad y, el sonido del corcho al destaparse, era el preludio de una velada inolvidable.

En los grandes bailes y galas, el champán fluía libremente. Los invitados, vestidos con sus mejores galas, disfrutaban de copas de champán mientras bailaban y socializaban bajo la luz de los candelabros.

 

CÓCTELES DE LA ÉPOCA. Aunque el término cóctel no era tan común como hoy en día, las mezclas de bebidas también tenían su lugar en las fiestas del siglo XIX. Mezclar vino con especias, frutas y otros licores era una forma creativa de sorprender a los invitados. ¿Quién no se sentiría intrigado por un vino especiado con canela y clavo?

 

LA HORA DEL TÉ. Y no podemos olvidar la influencia británica en la moda de tomar té en las tardes españolas. Las reuniones de la alta sociedad a menudo incluían una hora del té, donde se servían delicadas infusiones acompañadas de dulces y pasteles. Esta tradición añadía un toque de sofisticación y elegancia a cualquier evento. Mientras, las damas cotilleaban sobre romances prohibidos y deslices amorosos.

LA CERVEZA. Esa maravillosa bebida espumosa, también jugaba un papel importante en las celebraciones españolas del siglo XIX. En una época donde la cerveza artesanal comenzaba a ganar popularidad, especialmente en ciertas regiones, esta bebida dorada se hacía un hueco en los corazones y mesas de muchos.

Las tabernas eran el lugar perfecto para disfrutar de una buena jarra de cerveza. En estas reuniones, la cerveza no solo era una bebida, sino una excusa para socializar y compartir historias. Las fiestas populares, como las ferias y fiestas patronales, también veían un aumento en el consumo de cerveza, donde el ambiente festivo y la música en vivo hacían que cada sorbo fuera aún más especial.

El siglo XIX fue testigo del auge de las primeras fábricas de cerveza en España. En Cataluña, por ejemplo, se fundaron algunas de las cervecerías más antiguas del país. Estas fábricas comenzaron a producir cerveza a mayor escala, lo que hizo que la bebida fuera más accesible para todos los estratos sociales.

Aunque la producción local era importante, las cervezas importadas también estaban presentes en las mesas españolas. Cervezas de Alemania, Bélgica y Reino Unido llegaban a los puertos españoles, trayendo consigo una diversidad de sabores que enriquecían aún más las opciones disponibles.

 

EL WHISKY EN ESPAÑA. Aunque más asociado tradicionalmente con Escocia e Irlanda, comenzó a ganar popularidad en España durante el siglo XIX, especialmente entre las clases altas y la aristocracia. Importado principalmente de las islas británicas, esta bebida espirituosa se convirtió en sinónimo de sofisticación y buen gusto.

En los eventos más formales, como las cenas de gala y los bailes, el whisky era a menudo servido como digestivo después de las comidas. Los caballeros, en particular, disfrutaban de una copa mientras discutían de política, negocios y, por supuesto, sus últimos romances.

Los clubs privados de caballeros, que florecieron en las grandes ciudades como Madrid y Barcelona, eran lugares donde era una bebida de elección. Estos clubs ofrecían un ambiente exclusivo donde los socios podían relajarse y disfrutar de una buena conversación acompañada de un excelente whisky.

La afición por esta bebida también era una forma de conexión con las tendencias internacionales. En una época donde viajar no era tan común como hoy en día, disfrutar de un buen whisky era una manera de sentirse parte de una cultura global y cosmopolita. Los viajeros y diplomáticos españoles que regresaban de Escocia e Irlanda traían consigo barriles y botellas de las mejores destilerías, contribuyendo así a la popularización de esta bebida.

 

LA SANGRÍA. Bebida refrescante en las calurosas noches de verano, con su vibrante mezcla de vino, frutas frescas y un toque de licor, es una bebida emblemática de la cultura española que ha alegrado las fiestas durante siglos.

Tiene sus raíces en la tradición campesina, donde se mezclaba vino con frutas y especias para crear una bebida refrescante y fácil de preparar. En el siglo XIX, esta bebida ganó popularidad en todas las clases sociales y se convirtió en una fija en las fiestas y reuniones.

La sangría tradicional se preparaba con vino tinto, naranjas, limones, manzanas y a veces duraznos, mezclados con un toque de brandy o licor de naranja. Se endulzaba con azúcar y se dejaba reposar para que los sabores se mezclaran a la perfección.

Servida en grandes jarras o poncheras y adornada con rodajas de frutas coloridas, la sangría no solo era deliciosa sino también un espectáculo visual que alegraba cualquier mesa festiva.

 

LAS LIMONADAS. Con su sabor cítrico y refrescante, eran otra bebida popular que se disfrutaba ampliamente en el siglo XIX. Se hacía con limones frescos, agua, azúcar y, en ocasiones, un toque de menta para darle frescura. Esta bebida era ideal para los calurosos días de verano y se servía frecuentemente en las fiestas al aire libre.

En algunas regiones, se le añadía miel en lugar de azúcar y se infusionaba con hierbas como tomillo o romero, creando variaciones deliciosas y aromáticas.

Y para darle un giro más festivo, algunas limonadas se mezclaban con un poco de aguardiente o licor, transformándolas en una bebida más sofisticada y adecuada para eventos especiales.

 

La mayoría de las bebidas mencionadas, eran utilizadas en la gastronomía: platos como el salmón marinado en whisky o el pudding de whisky eran delicias que se servían en las fiestas más exclusivas. Estos platos no solo impresionaban a los invitados, sino que también añadían un toque de lujo y sofisticación a cualquier menú. Las carnes asadas, los estofados y otros platos se cocinaban con cerveza, añadiendo un toque especial a las recetas tradicionales. Así, cada comida se convertía en una experiencia gastronómica completa, donde la cerveza jugaba un papel fundamental. Pero de platos sobre la mesa hablaremos en otro artículo.

 

Así que ya saben, queridas lectoras, la próxima vez que se sientan nostálgicas o románticas, piensen en esos brindis del siglo XIX, donde cada sorbo de vino o de limonada; cada trago de jerez o de whisky y cada burbuja de cava o champán llevaba consigo una historia de amor, intriga y pasión. ¡Salud por el pasado y por todas las historias que aún están por contarse!

Espero que hayan disfrutado de este viaje tan embriagador al pasado. No olviden dejar sus comentarios y compartir este artículo con sus amigas románticas.

¡Hasta la próxima!

Que sus copas siempre estén llenas de amor y alegría.

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